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Channel: escuela publica – Gerardo Fernandez
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Condenados a seguir pensando

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La noticia es que los docentes finalmente revisan una estrategia que, como se sabía, a todas luces era desafortunada puesto que a los primeros que daña es a ellos mismos. A esta hora del sábado 8 de abril de 2017, no sería un desatino afirmar que si el gobierno de María Eugenia Vidal devuelve el dinero que les descontó a miles de docentes, todo seguirá relativamente en paz y que los sindicatos proseguirán su lucha, absolutamente legítima, pero con los pibes sentados en la escuela. Esto es lo que debió suceder hace ya muchos días, básicamente por que la extensión del conflicto más temprano que tarde lesionaría a fondo a las organizaciones gremiales del sector. Es que uno de los problemas más graves que arrastramos en el campo popular es no evaluar las consecuencias de algunas acciones y mucho menos que enfrente hay un jugador que también piensa y opera, entonces nos mandamos de cabeza en planes de lucha que, más allá de su indiscutible valor reivindicativo, desde la realidad concreta están condenados al fracaso. Creo que nadie en su salo juicio podía desconocer que se marchaba a un levantamiento del paro, por ende, debemos preguntarnos porqué no se logró evitar un camino que conducía a la derrota ¿No hay otros o no queremos buscarlos, o hemos desembocado en una suerte de Fin de la historia para las luchas sindicales?

El 9 de marzo escribí un post por el que fui muy criticado ya que en ese texto planteaba que la lucha debía hacerse con los pibes en sus aulas. Es que en su mayoría el conjunto del pueblo trabajador no llega a fin de mes, y desde que Macri gobierna se ha profundizado aún más el piojo ¿Pero se puede suponer alegremente que los trabajadores, a quienes no les alcanza el salario para llegar a fin de mes, son unos vendidos o quebrados porque no se plantan en un paro por tiempo indeterminado?

Estamos viviendo un tiempo que nos exige entender que con consignas cargadas de buenas intenciones no se garantiza la recomposición del campo nacional y popular. Mucho menos la victoria ¿Por qué la encuesta que los gremios realizaron con sus bases dio un resultado abrumador en contra de la prolongación de las medidas de fuerza? ¿No habría que dedicarle mucho estudio a esta cuestión? No me animo a calificar de “macrista” o con cualquier calificativo por el estilo al docente que sin llegar a fin de mes no adhiera al paro, pero sí me animo a exigirle a las conducciones gremiales que analicen con absoluta responsabilidad esta cuestión, pero más allá de la consigna y el slogan fácil. El peor error que puede cometer quien esté claramente en contra del macrismo es no poner todo lo que hay que poner para derrotarlo, porque de eso se trata, finalmente, y poner todo es no resignarse a que la lucha por el salario comienza y termina en el paro. Algo se nos está escapando, algo no estamos viendo cuando más del 50% de los maestros se opone a seguir con el paro y un porcentaje abrumador de las familias con hijos en edad escolar apoya que se siga la lucha pero con los pibes dentro de la escuela.

Me parece, también, que es muy de cierta clase media que no tiene pibes en escuela pública o bien que ya egresaron, apoyarse en consignas con las que en líneas generales estamos todos de acuerdo pero hoy son inconducentes. El consignismo repetitivo proviene muchas veces de sectores cuyo involucramiento con el conflicto es meramente digital, por eso la sobreabundancia de cierta fraseología pseudorevolucionaria de la que ya nos habló un siglo atrás un tal Vladimir Ilich Lenin:

“La sarna es una penosa enfermedad. Pero cuando la sarna de la fraseología revolucionaria se apodera de las personas, la simple observación de esta dolencia causa sufrimientos insoportables.
Las verdades simples, claras, comprensibles y evidentes que parecen indiscutibles a cualquier componente de las masas trabajadoras, son tergiversadas por quienes padecen la variedad de sarna que examinamos. Esta tergiversación a menudo es originada por los deseos más nobles y elevados: proviene “sencillamente” de no haber sido digeridas ciertas verdades teóricas o de su repetición a destiempo, con torpeza infantil, con servilismo escolástico (como suele decirse: la gente no comprende “lo que se trae entre manos”) pero no por ello la sarna de la fraseología revolucionaria deja de ser abominable”


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